El desarraigo, según el Diccionario de la Lengua Española, significa: extracción de raíz de una planta o árbol y también, falta de interés o lazos con el entorno en que se vive, separar a alguien del lugar o medio donde se ha criado, o cortar los vínculos afectivos que tienen ellos.
El desarraigo es un sentimiento de no-identificación con la sociedad en la que el sujeto está inscrito y una añoranza por aquella en la que sí se sentía integrado. El desarraigo es una combinación de sentimientos encontrados.
En definitiva, todo se reduce a una cuestión cuasi-personal-social, el círculo que rodea al sujeto, la micro sociedad que se crea a su alrededor es la que determina su vida; es lo que condiciona la forma en que percibe la realidad y en cómo la asume.
“Un verdadero migrante sufre, tradicionalmente, un triple trastorno: pierde su lugar, entra en el ámbito de una lengua extranjera y se encuentra rodeado de seres cuyos códigos de conducta social son muy diferentes y, en ocasiones, hasta ofensivos, respecto a los propios”.
Con la experiencia de la inmigración se pone en juego una cuestión esencial en la vivencia de cada persona como es el sentimiento de pertenencia. “Desgarro”, “desarraigo” y “ruptura”, así como “volver a empezar”, “echar raíces”, “integración”, son palabras y expresiones que forman parte habitual del lenguaje empelado por los inmigrantes a la hora de narrar su propia vida.
FUENTES: “El desarraigo y la crisis educativa”. Máximo Andrés Rodríguez Pérez
“Figuras de errantes a este lado de la cosmópolis”. Lus Migrandi